lunes, 15 de diciembre de 2014

LA LLEGADA DEL HOMBRE




 LA LLEGADA DEL HOMBRE

Según  los estudiosos de temas esotéricos y religiosos, las escrituras cuneiformes halladas en el Medio Oriente, en Centro América y  en el lejano Oriente cuentan que, en un principio, el SER ÚNICO, llamado también Dios, o Creador, Buda, Alá etc,  se desprendió de millones de seres formados con partículas de Él mismo.

Los enviaba en oleadas, en grandes soplos. Es como si depositamos harina en la palma de la mano y soplamos: la harina sale en una nube y se difumina en el aire.

De esta forma los seres divinos llegaron al planeta Tierra para experimentar las diversas fases de la Creación reencarnándose una y otra vez. Imaginemos una rueda dividida en cuatro partes: el reino mineral, el vegetal, el animal y el humano. Los pequeños dioses pasaron a ser minerales durante millones de años, experimentando todas sus formas: carbón, oro, niquel, plata, etc; luego evolucionaron y en vidas sucesivas se convirtieron en vegetales, una experiencia nueva y de más alto nivel, pues respiraban y crecían, daban fruto y morían. En sucesivas reencarnaciones experimentaron todas las especies vegetales: plantas herbáceas, árboles frutales, verduras etc.
El reino vegetal iba a ser el alimento de ellos en la siguiente etapa, cuando evolucionaran y se convirtieran en animales. También probarían cada una de las especies animales: perros, gatos, ciervos, aves, peces... durante millones de años.
Finalmente evolucionaron y se convirtieron en humanos. A lo largo de los siglos éstos han evolucionado desde el momento en que descubrieron el fuego y la rueda hasta nuestros días.

Ahora estamos en la parte alta de la rueda, y tendremos que realizar varias reencarnaciones hasta cumplir la misión para la que hemos venido: conservar el planeta Tierra y hacerlo habitable y confortable para albergar a los seres divinos que convertido en hombres habitarán el planeta.

A medida que vayamos alcanzando el tope de reencarnaciones iremos subiendo por la rueda y una vez llegada nuestra hora, si hemos cumplido bien ascenderemos a un nivel superior, invisibles como los ángeles o guardianes de los hombres, o formará parte de los enviados que a veces nos visitan: los extraterrestres. El que no haya cumplido con lo que la esencia, el ser interior, el alma, le dictaba, al llegar a la cima de la rueda no ascenderá sino que continuará descendiendo por el otro lado para repetir los ciclos durante la eternidad: mineral, vegetal, animal y humano.

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